El Chalán: el último ferry manual que une México y Estados Unidos

En la frontera norte de México, entre Gustavo Díaz Ordaz, Tamaulipas, y Los Ébanos, Texas, sobre el caudaloso Río Bravo, sobrevive una tradición que desafía la modernidad: El Chalán, el último ferry manual en operación entre ambos países.

Un cruce con historia

Este singular paso fronterizo comenzó a funcionar oficialmente en 1950, aunque su uso se remonta a décadas anteriores. A diferencia de los puentes internacionales que dominan la frontera, El Chalán mantiene un sistema artesanal: una plataforma metálica que se desliza sobre el río gracias a la fuerza humana y un cable de acero. Cada viaje dura entre 3 y 8 minutos, tiempo suficiente para sentir que se viaja en el tiempo.

Cómo funciona

El ferry puede transportar dos o tres vehículos y varios pasajeros por trayecto. Los operadores, con destreza y esfuerzo físico, tiran del cable para mover la embarcación de una orilla a otra. El servicio opera generalmente de 8:00 a 15:40 horas, aunque los horarios pueden variar según la temporada.

Más que un cruce, un símbolo

El Chalán no es solo un medio de transporte: es un patrimonio cultural y turístico que atrae a curiosos y viajeros que buscan experiencias auténticas. Además, representa un vínculo económico y social para las comunidades de ambos lados del río, evitando largos rodeos hacia otros puentes internacionales.

Retos y cierres temporales

Por su naturaleza, el ferry está expuesto a las condiciones del río y del clima. Crecidas del Río Bravo o tormentas pueden obligar a suspender el servicio durante días o incluso semanas, recordando la fragilidad de esta tradición frente a la fuerza de la naturaleza.

Un viaje que vale la pena

Cruzar en El Chalán es más que trasladarse: es vivir una experiencia única, sentir la historia y la conexión entre dos culturas. En tiempos donde la tecnología domina, este pequeño ferry manual sigue recordándonos que la simplicidad también tiene su encanto.

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